Los seres humanos disfrutamos hoy en día de una salud mejor que nunca en nuestra historia. Hace 70 años, la esperanza de vida global se encontraba en unos 50 años frente a los 80 años de media que vivimos actualmente. La tasa de mortalidad infantil de niños menores de 5 años se encontraba en los años 90 a 93 decesos por cada 1000 nacidos vivos frente a los 38 registrados en el año 2021. El número de personas viviendo en extrema pobreza ha decaído en 0,7 millones en los últimos 30 años a pesar del aumento de la población en los países subdesarrollados de cerca de 2 mil millones de habitantes más. Hemos hecho grandes avances en materia de salud pública, sistemas sanitarios, modelos de educación, progreso en Derechos Humanos y un alto desarrollo tecnológico que ha revolucionado nuestros estilos de vida.

                Todo esto no hubiese sido posible gracias a la explotación de los recursos naturales en beneficio de proveer a los ciudadanos los servicios esenciales de los que disfruta. La paradoja de la salud refleja una situación en la que vivimos más y mejor en detrimento de los ecosistemas mundiales que nos dan precisamente esa posibilidad de vivir en armonía. Existen 3 hipótesis que podrían explicar esta paradoja:

• La primera es que el beneficio de obtener un aumento de los servicios de abastecimiento, en especial una mayor producción de alimentos pesa más que el coste del deterioro de los servicios ecosistémicos. Es decir, el precio a pagar por alimentar al mundo es más importante que el precio a pagar por destruir los recursos naturales del planeta.

• La segunda hipótesis sugiere que no importa degradar los ecosistemas del planeta en beneficio de nuestro bienestar ya que los avances tecnológicos nos han hecho independientes de ellos, por lo que no estamos a merced de la salud del planeta.

• La tercera hipótesis defiende que existe un desajuste temporal entre los efectos acumulados de la degradación de los ecosistemas y los impactos de estos en el ser humano, por lo que las consecuencias globales están aún por llegar.

 

                        Hay argumentos tanto a favor como en contra de estas 3 hipótesis pero lo cierto es que los efectos de la degradación de los servicios ecosistémicos ya están siendo visibles en todas partes del mundo. La biodiversidad está desapareciendo, los suelos se están degradando, cada vez son más frecuentes los episodios de fenómenos naturales catastróficos. La temperatura media en el planeta aumenta afectando seriamente a los organismos que no pueden desplazarse. La tasa de mortalidad ligada a efectos adversos  por la degradación de las aguas, el aire y los suelos está llegando a cifras históricas. A causa de esta escasez de recursos naturales, se originan  cada vez más conflictos bélicos por el control del uso de estos, como el agua dulce. El ser humano ha puesto su capacidad de supervivencia en riesgo, sobreexplotando las ganancias de los servicios ecosistémicos en detrimento de los ecosistemas.