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Esther Tobarra

​12 de Junio de 2023

Wales, UK

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¿Quién dijo mala…hierba?

                  La maleza, mala hierba, hierba mala, yuyo, planta espontánea o planta indeseable es cualquier planta que crece de forma silvestre, y además con considerable vigor por tratarse en la mayoría de las ocasiones de especies endémicas muy adaptadas al medio.

 

Son capaces de crecer en los secos descampados, florecer en las grietas del asfalto a cuarenta grados y brotar de las dunas o de lugares inundados o quemados. Sobreviven en ambientes donde el suelo esta alterado, y por eso también se llaman “especies ruderales o pioneras”. Quizá no lo hemos mirado de esta manera, pero el motivo por el cual estas hierbas crecen en los campos agrícolas es porque son áreas similares a los hábitats perturbados a los que las plantas silvestres están tan bien adaptadas.

                  Se denomina “Malherbología”, a la ciencia, relativamente moderna, que se dedica al estudio de las malezas. Aunque en realidad, cualquier planta puede ser considerada mala hierba si crece en un lugar donde los seres humanos desean que crezca otra planta. Ha ocurrido con la menta en los campos de césped para el golf, o con la avena, considerada inicialmente maleza de los trigales.

Y, sin embargo, no existe tal cosa en la naturaleza o a ojos de la sostenibilidad. En este sentido hasta los jardines de Versalles se merecerían un suspenso en biodiversidad. Según César del Arco, biólogo y especialista en jardines botánicos: “la flora que coloniza los espacios abandonados en España reúne más especies que todas las catalogadas en la Bretaña francesa”. Son estas hierbas aparentemente insignificantes y carentes de belleza las que hacen posible la precisión del reino vegetal, y, por tanto, de muchos ecosistemas. Estas plantas invisibles proporcionan alimento y refugio a aves, insectos y polinizadores. Enriquecen el suelo, filtran el agua y evitan la erosión, disminuyendo el riesgo de incendios e inundaciones. Más aun, los “herbicidas” usados para su exclusiva eliminación, pueden filtrarse contaminando el suelo y los acuíferos y acabando con anfibios y escarabajos peloteros que se encargan de reciclar el suelo. Hay que desbrozar y segar de vez en cuando en las ciudades, sí, pero no calcinar cunetas y jardines urbanos. Son precisamente estas plantas las que dan cobijo a nidos de mariquitas, avispas, mariposas y pájaros, que son depredadores que mantienen a raya las plagas, y disminuyen la necesidad de aplicar pesticidas. Nos lamentamos que los jilgueros y los gorriones están mermando, pero es por falta de alimento, y lo que les encanta…, son los cardos.

                  El jardín perfecto; así como otras muchas cosas, ha de tener algo de anárquico, libre y asilvestrado. La biodiversidad florece en terrenos indómitos, albergando conjuntos de vida invisible a nuestros ojos y ofreciendo labores polinizadoras poco reconocidas. Las malas hierbas superan el maltrato de las altas concentraciones de nitrógeno entre varios otros pisoteos; y con eso y con todo, florecen. Pero en nuestras ciudades preferimos bandas de césped que requieren mucha agua y siegas frecuentes, o flores delicadas y poco resilientes. El botánico y paisajista Gilles Clement lo bautizó como “tercer paisaje”. La funcionalidad no tiene que estar reñida con la estética. Esas áreas floridas de praderas entre los céspedes, alcorques que viven frondosos alrededor de los árboles urbanos, o las bandas de ortigas y flores silvestres en los márgenes de los campos agricolas. Estas prácticas son apoyadas por las políticas de algunos países. En 2020 los ciudadanos de Cardiff en Gales, realizaron peticiones para que se cortara el césped con menos frecuencia y, no sin controversia, el ayuntamiento sugirió un plan de introducción de flores silvestres como "paradas para las abejas", adyacentes a varias paradas de autobuses del centro de la ciudad.

                  Imagina una ciudad sostenible llena de malvas y amapolas. Quizá ahora lo pensamos dos veces antes de arrancar un cardo, margarita o diente de león…sabiendo lo que hacen por nosotros sobreviviendo entre las junglas de cemento.

Referencias

1.       Las malas hierbas no existen: un futuro sostenible exige cambiar el concepto de jardinería urbana. El País.

2.      Maleza. Wikipedia. La Enciclopedia libre. 

3.      Hundreds call on Cardiff council to stop cutting grass so often. Wales online

4.      Cardiff's first 'Bee Bus Stop' installed on Castle Street pavement due to be moved in just a few months. Wales online.

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